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Salud urbanaJonatan RapaportMientras que las condiciones de vida en la ciudad pueden significar mejoras en el acceso a los cuidados sanitarios, la educación, el saneamiento y el agua potable, muchas veces esto no sucede en la realidad, especialmente para los habitantes pobres y los inmigrantes expuestos al hacinamiento, la contaminación y las condiciones de trabajo peligrosas. Las enfermedades transmisibles como la tuberculosis, el VIH/sida o el dengue se diseminan más rápido y más fácilmente, al tiempo que los accidentes de tráfico y otras formas de violencia también son más frecuentes en los contextos urbanos. A su vez, el estrés y otros problemas de salud de las sociedades más modernas aumentan aún más la insalubridad del medio urbano. Al final del siglo XX casi la mitad de la humanidad vive en zonas urbanas. Desde mediados de esa centuria la población urbana ha crecido significativamente, sobre todo en los países en vías de desarrollo, debido tanto al crecimiento vegetativo como a la emigración campo-ciudad. Esto último se ha debido en parte a que las ciudades brindan por lo general mayores posibilidades de empleo, acceso a servicios básicos y mejora del nivel de vida. Sin embargo, el acelerado crecimiento de muchas ciudades del tercer mundo y otros factores políticos y económicos han dado lugar a que buena parte de su población sufra situaciones como la pobreza, el hacinamiento, la insalubridad y numerosos problemas sanitarios derivados de todo ello. Muchas de estas situaciones pueden encontrarse igualmente en los núcleos de pobreza y exclusión social de las prósperas ciudades de los países industrializados, a los que se denomina Cuarto Mundo. En total, se estima que alrededor de 600 millones de habitantes urbanos no pueden satisfacer de forma adecuada sus necesidades básicas de vivienda, empleo, agua y atención sanitaria (Gaanderse, 1998:27), situación que afecta a más del 60% de la población de urbes como Kinshasa, Calcuta o Bogotá (Tabibzadeh et al. 1989:26) (ver desarrollo urbano). Existen diferentes factores que facilitan la provisión de cuidados sanitarios en los centros urbanos. La gran mayoría del personal sanitario cualificado en los países empobrecidos vive y trabaja en las capitales, pues en ellas disfruta de mejores incentivos económicos, profesionales y sociales. Los hospitales son de mayor sofisticación (tercer nivel) y cuentan con más recursos humanos y materiales, y los medicamentos y las vacunas se consiguen con mayor facilidad. Del mismo modo, las comunicaciones y los medios de transporte son mejores en las ciudades, lo que facilita la provisión de servicios sanitarios. Así, por ejemplo, es más fácil establecer una cadena de frío para las campañas de vacunación en el ámbito urbano, siendo posible distribuir las vacunas diariamente desde un centro de almacenamiento hasta los puestos de salud (Eade y Williams, 1995:646). A pesar de ello, como mencionábamos antes, es evidente que una gran parte de los habitantes de los arrabales de las ciudades del Tercer Mundo han quedado excluidos del acceso a una atención sanitaria adecuada. Aunque los servicios de urgencias generales y los de urgencias obstétricas pueden ser satisfactorios, casi no existen servicios ni públicos ni privados que les proporcionen atención sanitaria básica (Phillips y Verhasselt, 1994:9). 1) Problemas de salud habituales Los problemas de salud de las poblaciones empobrecidas de la ciudad abarcan tanto las enfermedades tradicionales de los países en vías de desarrollo como otras enfermedades que han sido asociadas con niveles superiores de desarrollo e industrialización. A los altos niveles de malnutrición y de enfermedades infecciosas se añaden las enfermedades de tipo degenerativo como el cáncer y la hipertensión arterial, las enfermedades mentales, los problemas de abuso de alcohol y drogas, las enfermedades de transmisión sexual (incluyendo al sida), los accidentes (de tráfico y laborales) y la violencia. Con esta doble carga de problemas de salud los pobres de la ciudad pueden ser considerados como los que “sufren lo peor de ambos mundos” (Harpham, 1994:115).
Fuente: adaptado de Harpham et al. (1988:41). Desglosemos a continuación algunos de los principales problemas de salud habituales entre los pobres urbanos. a) Falta de agua y saneamiento Uno de los problemas más graves que afectan a las ciudades de los países en desarrollo es el del abastecimiento de agua. La escasez y la mala calidad del agua junto a la falta de saneamiento adecuado y sistemas de evacuación de desechos (ver agua y saneamiento) hacen que las enfermedades diarreicas sean uno de los más importantes problemas de salud urbana, constituyendo la principal causa de mortalidad de niños menores de 5 años (WHO, 1996). Por ejemplo, entre los habitantes de las favelas de São Paulo en Brasil, sólo el 2% cuenta con algún sistema de evacuación de excretas. Alrededor del 30% de la basura no es recogida, por lo que gran parte de la misma llega a los canales de drenaje, obstruyendo los mismos y causando inundaciones durante la época de lluvias (Gaanderse, 1998:27). b) Hacinamiento y enfermedades transmisibles El hacinamiento dentro y fuera del hogar, junto a las malas condiciones de higiene, constituyen un terreno fértil para la diseminación de enfermedades infecciosas. En los barrios pobres, el hacinamiento y mala ventilación pueden hacer que una persona infectada por tuberculosis y sin tratamiento adecuado infecte entre 10 y 15 personas cada año, probablemente miembros de su familia (WRI, 1998:40). El paludismo (o malaria), tradicionalmente considerado como una enfermedad rural, se ha convertido en uno de los problemas de salud más importantes de las ciudades. El Anopheles stephensi, principal vector del paludismo en las ciudades, se ha adaptado al medio urbano en la India y en la región del este mediterráneo, al tiempo que otras especies se han adaptado a criar en pantanos y zanjas alrededor de áreas urbanas en Turquía y Nigeria (WHO, 1996). También está en aumento la incidencia del dengue y de la fiebre hemorrágica dengue, dos enfermedades transmitidas por mosquitos que crían en el agua acumulada en pequeños recipientes dentro y fuera de las viviendas (Verhoef y Bos, 1992:10). Al mismo tiempo, la falta de educación, la drogadicción intravenosa y la prostitución favorecen la diseminación del VIH/Sida y de otras enfermedades de transmisión sexual. c) Contaminación del aire Según el banco mundial (BM, 1992:5), unos 1.300 millones de personas viven en zonas urbanas expuestas a altos niveles de contaminación del aire (partículas en suspensión) que aumentan sus posibilidades de cáncer y de otras enfermedades respiratorias graves. Por ejemplo, se estima que el 60% de los residentes de Calcuta sufre de algún tipo de trastorno respiratorio (Gaanderse, 1998:32). La contaminación del aire del interior de las casas por el uso de combustible tradicional (como estiércol, leña o residuos de la cosecha) para cocinar o calentarse también es una importante fuente de enfermedad. Al quemar ese tipo de combustible, las casas se llenan de humo, que contiene centenares de sustancias tóxicas. No obstante, aunque también afecta a las viviendas urbanas, más de dos tercios de la mortalidad por este tipo de contaminación se produce en zonas rurales (PNUD, 1998:69). d) Malnutrición La falta de dinero para obtener alimentos es uno de los principales causantes de la vulnerabilidad al hambre y de los altos niveles de enfermedad y mortalidad entre los pobres urbanos (Harpham, 1994:115). En el campo la gente pobre puede contar con una pequeña parcela para cultivar alimentos de consumo propio o para el pastoreo de los animales, mientras que en las urbes las personas dependen por completo de los alimentos obtenidos con dinero. Los incrementos de precios (períodos de hiperinflación) y los problemas de abastecimiento exponen aún más a los pobres de la ciudad a la malnutrición. La urbanización acarrea importantes cambios en los hábitos alimentarios. En la ciudad, la variedad de alimentos es mayor que en el campo, pero es frecuente el excesivo consumo de alimentos procesados que no contienen todos los nutrientes esenciales. Esto aumenta la predisposición a la malnutrición en los niños y la incidencia de enfermedades transmisibles entre los adultos (Gaanderse, 1998:27). Con frecuencia la malnutrición comienza en etapas tempranas de la vida, debido al abandono temprano de la lactancia materna y la precoz introducción de sucedáneos de la leche materna y otros alimentos artificiales, promocionados por las compañías multinacionales que los producen. Esta práctica, que da pie a veces al uso de agua contaminada en la preparación de biberones o a la utilización de instrumentos sin la debida higiene, es una importante amenaza para la vida del niño (Latham, 1997:67). Diferentes estudios muestran que las mujeres en áreas rurales amamantan a sus hijos durante más tiempo que las de la ciudad. Las diferencias más sustanciales se encontraron en Indonesia (9 meses), en Jamaica (7 meses) y en Tailandia (11 meses) (Harpham, 1994:116). e) Condiciones de trabajo Las condiciones de trabajo son otra fuente de salud precaria para muchos pobres en la ciudad que frecuentemente trabajan en condiciones no sólo inhumanas sino también peligrosas. La contaminación química, el ruido y la maquinaria peligrosa son sólo algunas de las amenazas a la salud de millones de empleados, adultos y niños. f) Vida en la calle Los que habitan en la calle y los “sin techo” tienen necesidades específicas. Habitualmente están aislados, son pobres, vulnerables y marginados, ganándose la vida a través de trabajos temporales mal pagados, limosnas, prostitución, hurgando en la basura o robando. La situación de los vagabundos y de los que viven en la calle dificulta la puesta en marcha de un programa sanitario específico para ellos, ya que por lo general éstos están geográfica y socialmente dispersos. Además suelen ser muy móviles, trabajando y durmiendo en diferentes lugares de la ciudad. Las actividades comunitarias de atención sanitaria por lo general no llegan a ellos. Los niños de la calle son un grupo especialmente vulnerable a los problemas de salud. Por lo general, no tienen un alojamiento adecuado (frecuentemente duermen en lugares públicos), ni acceso a letrinas, a servicios sanitarios y a lugares donde beber agua de buena calidad y asearse. Además, están expuestos al abuso del trabajo infantil, incluso a la prostitución infantil –con el consiguiente riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual–, que para muchos de ellos es un medio de supervivencia. g) Alcoholismo, drogadicción y violencia El alcoholismo es común tanto en la ciudad como en las aldeas del campo. No obstante, el abuso de alcohol y de otras sustancias especialmente por jóvenes e incluso niños (como los que esnifan pegamento) es más habitual en las grandes ciudades (Eade y Williams, 1995:647). Además de los daños físicos y psico-emocionales que produce el alcohol, está estrechamente vinculado a los accidentes de tráfico y de trabajo, así como a la violencia doméstica y callejera (ver mujeres, violencia contra las). El abuso de sustancias como pegamento y drogas intravenosas también es común en los centros urbanos y constituye un tema social y sanitario complejo, y los efectos a largo plazo de muchas intervenciones es aún desconocido. h) Accidentes Con la rápida urbanización y los cambios en los modos de vida, los accidentes de tráfico son un problema cada vez más grave en los países en vías de desarrollo. En todo el mundo, los pobres son los que menos lejos y con menos frecuencia viajan, y, sin embargo, los que pasan más tiempo viajando y comprometen más su seguridad: medio millón de personas mueren en los caminos todos los años, muchos de ellos pobres y niños (PNUD, 1998:89). Entre 1968 y 1985, los accidentes de tránfico aumentaron en un 150% en Asia y en un 300% en África, pero se redujeron en un 25% en los países europeos de economía de mercado (UNDP, 1997). Por otra parte, los accidentes del hogar, como caídas, quemaduras e intoxicaciones, estrechamente relacionados al modo de vida en los barrios periféricos, también son una importante fuente de morbilidad y mortalidad. i) Salud mental Los problemas de salud mental son un problema emergente pero importante en los países en vías de desarrollo. Los problemas de salud mental aparecen como un importante componente de la carga de las enfermedades en todas las regiones, afectando especialmente a las mujeres. Según Harpham (1994:116), las patologías que más sufren las poblaciones empobrecidas en las ciudades del Tercer Mundo son los denominados trastornos psiquiátricos comunes, como la depresión y la ansiedad. El impacto de estos trastornos, dos veces más frecuente entre las mujeres, supone una pesada carga para el individuo, la familia y los servicios de salud, incluso por encima de los problemas de salud relacionados con el medio ambiente y las enfermedades infecciosas. Así, señala que un estudio llevado a cabo en las favelas de Río de Janeiro revela que el 36% de las madres de niños menores de 5 años padece probablemente de problemas mentales. El apoyo social en el marco de la comunidad, en especial en cuestiones de salud mental, es muy importante. El apoyo social puede definirse como el grado de satisfacción de las necesidades sociales de una persona en función de su relación con los sujetos que le rodean (Harpham, 1999:109). Sabemos que el apoyo social mitiga o reduce el impacto de los acontecimientos traumáticos de la vida y las dificultades a largo plazo a las que se enfrentan los individuos. Las extensas redes de cohesión familiar tienden a debilitarse e incluso a romperse en el contexto urbano, especialmente entre los inmigrantes, de los cuales algunos han sido desplazados por la guerra y el conflicto armado (ver capital social y economía moral). El amplio grupo de familiares puede perder el contacto con algunos de sus miembros, y la responsabilidad del grupo por los que lo componen se erosiona (Eade y Williams, 1995: 647). También tienden a reducir el apoyo social procesos como el aumento de las familias monoparentales con un solo progenitor (ver mujeres, hogares encabezados por), la reducción de la fecundidad (lo que implica que cada vez haya menos niños para asistir después a los ancianos), la emigración de los jóvenes a la ciudad, la participación de la mujer en la mano de obra y el aumento del desempleo (ver Figura 2).
Fuente: Harpham (1994:177) 2) El papel de las ONG en la salud urbana Puede decirse que durante los últimos 20 años la filosofía que dirigía las políticas y la planificación en materia de salud en los países en vías de desarrollo ha sido la atención primaria de la salud (APS). Casi todas las discusiones y la literatura respecto a esta estrategia estaban relacionadas con su aplicación en áreas rurales y raramente se tenía en cuenta su importancia para los problemas de salud en las ciudades (Harpham et al., 1988:4). A su vez, la cooperación para el desarrollo, y la de las ong[ONG, Redes de, ONG (Organización NoGubernamental)] en particular, tradicionalmente se ha dedicado a proporcionar servicios sanitarios en los contextos rurales, ya que se suponía que las ciudades contaban con mayor presencia de estructuras gubernamentales (Eade y Williams, 1995:645). No obstante, en los últimos años existe mayor reconocimiento de que la APS es una estrategia tan importante en la ciudad como en el medio rural, y son cada vez más las organizaciones que han puesto los proyectos de salud urbana entre sus prioridades. Durante los años 80, las ONG trabajaron en intentar mejorar las condiciones del medio rural y así evitar el desplazamiento a las ciudades. Esa tendencia ha cambiado y en la actualidad las ONG están trabajando cada vez más en las ciudades para la mitigación de sus diferentes problemas, ya que las poblaciones rurales siguen moviéndose hacia ellas en busca de sustento y de mayor seguridad. Asimismo, en los últimos años, las organizaciones han ido cambiando la asistencia directa por el apoyo a instituciones y a ONG locales. Son muchas las ONG del Norte que trabajan con contrapartes locales activas dentro de su propia comunidad, promocionando o apoyando la provisión de servicios básicos o trabajando en incrementar el poder de negociación y presión de la población sobre las autoridades. A su vez, es cada vez más frecuente el trabajo en redes que agrupan ONG tanto locales como extranjeras y que llevan a cabo diferentes actividades destinadas a influir sobre las políticas a gran escala (ver ong, redes de) (Gaanderse, 1998:39). Los temas de salud a veces constituyen un buen punto de partida para trabajar en los barrios pobres y para movilizar la acción comunitaria. Algunos proyectos de provisión de servicios han crecido y se han convertido en movimientos autónomos de base comunitaria que exigen de las autoridades locales servicios diversos como agua, alumbrado, limpieza y atención sanitaria. No obstante, para que los diferentes proyectos sean beneficiosos para el desarrollo de la comunidad urbana, tienen que ser aprobados y apoyados por las autoridades, es decir, por los ministerios o los gobiernos locales pertinentes. Es importante tener en cuenta que los proyectos sanitarios generalmente no son autosostenibles. La comunidad probablemente podrá cubrir algunas de las expensas de sus propios servicios de salud (a través del pago de aranceles simbólicos por los servicios), pero necesitará ser respaldada por las autoridades para compartir la carga económica (Harpham et al., 1988:172). Según el manual de Oxfam sobre desarrollo y ayuda humanitaria (Eade y Williams, 1995: 649), las actividades de las ONG en el campo de la salud urbana podrían incluir los siguientes objetivos: – Fomento del desarrollo de las estructuras locales y apoyo a las ya existentes, como por ejemplo comités vecinales, grupos de mujeres y grupos de trabajadores, para formar la base de los programas de salud. – Testimonio de las condiciones en que se encuentra la población. – Incremento del conocimiento entre los ciudadanos de los problemas sanitarios, sociales o medioambientales. – Fortalecimiento de los servicios de salud medioambiental, como el abastecimiento de agua, la evacuación de excretas (saneamiento), la eliminación de residuos y el control de la contaminación ambiental. – Apoyo a grupos de presión (lobby) y participación en campañas a favor de mejoras en la provisión de servicios públicos y la inversión en programas de vivienda. Aún queda mucho que aprender en el tema de la provisión de servicios sanitarios en los contextos urbanos, y existe la necesidad de desarrollar una metodología coherente para tratar los problemas de salud de los hogares y las comunidades de la ciudad. La salud no debe considerarse como un tema aislado de los graves problemas socioeconómicos que afectan a las poblaciones urbanas. El medio urbano es más complejo que el rural. En éste el número de actores es muy superior y la coordinación entre los mismos y la puesta en marcha de proyectos conjuntos pueden resultar muy complejos. La falta de voluntad política para resolver los problemas de salud de los pobres y la ausencia de estrategias globales son otras limitaciones habituales a la hora de promover programas sanitarios en las ciudades (Harpham, 1999: 109). Finalmente, el incremento de la discusión y del trabajo de las ONG en los contextos urbanos no debe restar atención al trabajo en el medio rural ni debe interpretarse como un abandono del mismo. Los graves problemas, entre otros sanitarios, que afectan a las ciudades de hoy ponen de relieve el hecho de que éstas son el centro del crecimiento demográfico más acelerado que se haya registrado en la historia de la humanidad. Aunque cada ciudad, independientemente del país o del continente, es un medio heterogéneo donde conviven diferentes clases sociales, los problemas sanitarios de las clases no privilegiadas son similares en las grandes ciudades del mundo en desarrollo. La pobreza, manifestada en carencia de alimentos, falta de recursos económicos, educación limitada, saneamiento inadecuado, viviendas precarias, etc., es la causa raíz de los problemas de salud de los pobres de la ciudad (Tabibzadeh et al. 1989:156). Por lo tanto, el alivio de tales problemas serán tanto o más efectivos que las mejoras aisladas en los servicios sanitarios. Aunque muchas cosas pueden hacerse dentro del sector sanitario, el afrontamiento de las desigualdades y la pobreza en las ciudades del Tercer Mundo es ineludible para la mejora de sus condiciones de salud. J. R. Bibliografía
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