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Sistema de alerta tempranade conflictosIrantzu Mendia y Marta AreizagaInstrumento de prevención de conflictos basado en la aplicación sistemática de procedimientos estandarizados de recogida, análisis y procesamiento de datos relativos a situaciones potencialmente violentas, destinado a alertar a los centros de decisión política para la adopción a tiempo de medidas con las que evitar el estallido del conflicto, o bien su extensión e intensificación. El concepto de alerta temprana __ estuvo asociado durante la Guerra Fría al ámbito militar, a través de centros especializados en los que se desarrollaban __sistemas de alerta temprana (SAT) para la prevención de ataques sorpresa del enemigo o de accidentes militares. A mediados de los 80, comenzaron a diseñarse sistemas de alerta temprana de seguridad alimentaria, basados en el análisis de datos socioeconómicos (producción alimentaria, estado nutricional y sanitario, alteración de los precios del grano y del ganado, movimientos migratorios, etc.) a fin de predecir situaciones de aumento de la vulnerabilidad y activar intervenciones políticas para evitar que las sequías u otras catástrofes acaben desencadenando hambrunas. Desde una aproximación similar, pero enfatizando en mayor medida los indicadores políticos sobre los económicos, han ganado peso en la década de los 90 los argumentos a favor de la aplicación del concepto de alerta temprana a los conflictos armados, tanto a los interestatales como sobre todo a los conflictos civiles o internos, por constituir hoy la inmensa mayoría. En consecuencia, el desarrollo de sistemas de alerta temprana de conflictos es objeto de una creciente atención por parte de las naciones unidas, organizaciones regionales, gobiernos, ONG e investigadores que trabajan en el campo de la prevención de conflictos y resolución de conflictos. La consideración de partida en el desarrollo de la alerta temprana de conflictos es que una intervención temprana, anterior al estallido del conflicto, tiene más probabilidades de éxito que una acción posterior, representa costes significativamente menores, y evita tener que afrontar situaciones mucho más complicadas ante una situación de conflicto abierto. Generalmente se distinguen dos fases sucesivas en la aplicación de los SAT de conflictos. La primera se refiere a la recogida y análisis de datos que permitan identificar un potencial conflicto violento. Si bien no existe un consenso a nivel internacional sobre el tipo de información que es necesario obtener, indicadores como la degradación medioambiental, las condiciones económicas y las tendencias demográficas son tradicionales en la observación de zonas de inestabilidad, a los que suman otros como el movimiento de tropas, la fragmentación de las elites, el trato que reciben grupos vulnerables y minorías, el grado de participación institucional de grupos diversos y el control de los recursos (Sedky-Lavandero, 1998:29). En el momento en que la violencia es inminente, las señales más frecuentes son el abuso extendido de los derechos humanos, una represión policial en aumento, el uso propagandístico de los medios de comunicación y la acumulación de armas. A pesar de que actualmente existe una gran cantidad de información sobre conflictos, aún persisten las dificultades para lograr datos precisos, exhaustivos y basados en un análisis sistemático de la realidad. Por un lado, estas dificultades derivan de los problemas de acceso a determinadas zonas inestables y, por otro, reflejan las insuficiencias de la comunidad internacional en el desarrollo de instrumentos regulados y estandarizados para la recogida y procesamiento de datos. La segunda fase tiene lugar cuando, una vez obtenida la información sobre los focos potenciales de conflicto, la alerta es transmitida desde los centros especializados de recogida y análisis de datos hacia los agentes de decisión política, instándoles a que tomen la acción necesaria para prevenir la emergencia de los conflictos. Se trata de un proceso de gestión de información (information management) por el que aquellos con capacidad decisoria obtienen un conocimiento específico de los principales elementos de desestabilización en una situación dada, y de la forma en que con mayor probabilidad se combinarán para provocar el estallido de la violencia. El objetivo último de la gestión de información, por lo tanto, es facilitar en lo posible la adopción de una acción o respuesta temprana (early response) que logre prevenir eficazmente el desarrollo del conflicto violento. Sin embargo, disponer de información relevante no es suficiente para que los agentes de decisión actúen en base a ella. De hecho, el retraso y la indecisión de Occidente ante la evidencia del creciente peligro de genocidio en Ruanda o ante la sistemática violación de los derechos humanos en Bosnia mostró que una respuesta temprana orientada a la prevención requiere fundamentalmente de voluntad política, así como de la existencia de planes de contingencia constantemente actualizados y adaptados a cada situación específica (Carnegie Commission, 1997:9). En los casos en que, efectivamente, se supera la distancia entre la alerta y la respuesta, la acción temprana contempla diversas formas de intervención (militares y no militares) por parte de estados, organizaciones internacionales (gubernamentales y no gubernamentales) o mediadores individuales. Entre las respuestas no militares se incluyen el envío de observadores, las misiones de búsqueda y verificación de hechos, la presentación a las partes en conflicto de fórmulas de construcción de confianza, o la aplicación de diversos tipos de sanciones. Por su parte, las medidas militares pueden abarcar desde la formulación de acuerdos para el intercambio constante de información militar hasta el embargo, el despliegue preventivo de tropas y la imposición de zonas de seguridad desmilitarizadas (ver prevención de conflictos). Uno de los actores principales en el ámbito de la alerta temprana es la ONU. Desde mediados de los años 80, la necesidad de un SAT orientado a la prevención de conflictos ha sido un tema de intenso debate en el seno de esta organización. A partir de ese momento, se desarrollaron diversas iniciativas de alerta temprana, especialmente en relación a movimientos de refugiados[Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados,ver ACNUR, Refugiado: definición y protección, Refugiados, Campo de, Refugiados: impacto medioambiental, Refugiados medioambientales, Refugiados: problemática y asistencia, Reintegración de refugiadosy desplazados, ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), Salud de los refugiados] y de desplazados internos, sin que las mismas tuvieran, en realidad, un impacto significativo en la respuesta operacional de las Naciones Unidas. Con la aparición del informe Agenda para la Paz, presentado en 1992 ante la Asamblea General de la ONU por su entonces Secretario General Boutros Ghali, se dio un nuevo impulso a los intentos de establecer dentro de este organismo un SAT especializado en conflictos. Como resultado, en 1993 se creó dentro del Departamento de Asuntos Humanitarios (DAH) –actualmente denominado Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH)– un Sistema de Alerta Temprana Humanitaria (Humanitarian Early Warning System, HEWS), destinado a identificar crisis potenciales con implicaciones humanitarias. Este SAT tiene como objetivo cubrir la variedad de factores sociales, económicos, políticos y ecológicos que pueden incidir en la aparición de las llamadas emergencias complejas. Para ello, mantiene una extensa red de recogida e intercambio de información en la que participan agencias especializadas de Naciones Unidas, los Estados Miembros, las Instituciones de Breton Woods, organizaciones regionales, centros de investigación y ONG. Dentro de la variedad de actores que, además de las Naciones Unidas, intervienen en el desarrollo de sistemas de alerta temprana de conflictos, las ONG –nacionales e internacionales– tienen una especial relevancia en la obtención de información sobre las condiciones en zonas de inestabilidad, en la medida en que con frecuencia son las más cercanas al terreno y las primeras en actuar en áreas de crisis (Sørbø et al., 1997:92-94). En Europa, determinadas ONG trabajan junto a los gobiernos en el establecimiento de redes de información de alerta temprana de conflictos, destacando organizaciones como International Alert, de Londres, y el International Peace Research Institute de Oslo. A pesar de este tipo de iniciativas, continúa siendo una característica extendida de los gobiernos y de otros órganos de decisión regional e internacionales, la inexistencia de mecanismos para incorporar y procesar sistemáticamente la información acumulada por muchas ONG y otros elementos de la sociedad civil (instituciones religiosas, comunidad empresarial, medios de comunicación, etc.) tras años de implicación y observación sobre el terreno. M. A. e I. M. Bibliografía
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