http://dicc.hegoa.efaber.net
SequíaJorge Gutiérrez y Karlos Pérez de ArmiñoCatástrofe natural de evolución lenta causada por una disminución persistente de las precipitaciones en una zona respecto a las habitualmente registradas en ella. La sequía es en general la mayor causa de disminución de la producción agrícola. Sin embargo, la idea tradicional que establecía una relación directa causa-efecto entre la sequía y la hambruna ha sido superada por estudios que en las dos últimas décadas han mostrado otras relaciones más complejas entre ambas (ver seguridad alimentaria). En las últimas décadas, la principal causa de las hambrunas africanas han sido las guerras, sin cuyo concurso las sequías (que ciertamente han contribuido a agravarlas) no han llegado a causarlas por sí mismas. Como fenómeno natural, la sequía ha estado presente a lo largo de la historia y se da de forma más o menos frecuente en diversas regiones. El caso más estudiado es el del África Subsahariana, donde la escasez y alta variabilidad de las lluvias provocan sequías de forma periódica (aproximadamente cada 8-12 años en el sur del continente). En contextos en los que la vulnerabilidad de la población es muy alta, este tipo de catástrofe natural actúa como detonante de una crisis que, si no se logra atajar mediante las estrategias de afrontamiento familiares, las políticas gubernamentales o la ayuda internacional, pueden desencadenar un proceso de desastre, incluida la hambruna. Sin embargo, este tipo de consecuencias no se dan en los países desarrollados, donde la vulnerabilidad es menor y existen más mecanismos de protección de la población, caso por ejemplo de EE.UU., que suelen verse afectados por sequías graves aproximadamente cada dos décadas. En definitiva, el impacto de las sequías depende no tanto de la virulencia del fenómeno meteorológico en sí, como de las condiciones socioeconómicas estructurales de la población. Desde esta perspectiva, por tanto, hay que diferenciar la sequía como un evento natural, del desastre que precipita, que es un proceso de carácter social. Ahora bien, incluso la afirmación de que la sequía es un evento natural es cuestionada por algunos autores, por cuanto relacionan su aparición y su intensidad con la acción humana, en particular, con la deforestación y los cambios climáticos derivados del calentamiento de la atmósfera. Las sequías conllevan diversas consecuencias, que se extienden y agravan conforme la situación se prolonga, y que afectan a: a) Los sistemas de sustento, sobre todo de los campesinos y los pastores, quienes pierden parte de su producción alimentaria e ingresos, viéndose obligados a vender progresivamente sus medios productivos para poder subsistir e hipotecando así su subsistencia futura. Los pastores suelen figurar entre los más afectados, debido a un habitual efecto tijera en los precios de los alimentos: el precio del cereal que necesitan comprar aumenta, mientras que el del ganado que producen suele hundirse; la falta de pastos y agua impide mantener toda la cabaña y provoca la venta de parte de ésta, en tanto que la demanda de carne desciende por resultar un alimento caro. b) La seguridad alimentaria, consecuencia no tanto de la disminución del abastecimiento (al fin y al cabo se podrían importar), sino de la disminución de recursos económicos. c) El estado sanitario, ya que la escasez de agua potable obliga a consumir agua contaminada, ocasionando enfermedades diarreicas (ver agua y saneamiento). d) La sobrecarga de trabajo para las mujeres, que tienen que desplazarse más lejos para poder acarrear el agua a casa. Esto reduce el tiempo que pueden dedicar a las actividades productivas, las tareas domésticas o el cuidado de los niños y otros familiares, al tiempo que reduce la asistencia escolar de las niñas. e) La situación macroeconómica del país, que se ve deteriorada en varios frentes por la disminución de la producción agrícola. Así, un estudio de Owens (1996:4-12) sobre las sequías en África clasifica los siguientes efectos económicos: – Inflación: la disminución de la producción de alimentos provoca su encarecimiento, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo por parte de los más vulnerables. – Desempleo: la disminución de la producción hará que sobre mano de obra entre los jornaleros agrícolas y entre quienes trabajen en industrias que utilicen materia prima agrícola o gran cantidad de agua. – Déficit en la balanza de pagos: disminuyen las exportaciones agrícolas, si las había, al tiempo que aumentan las importaciones, con el consiguiente coste en divisas. – Déficit en el presupuesto estatal: la merma de la producción y del consumo reduce los ingresos fiscales, pero aumentan rápidamente los gastos para afrontar la escasez. Esto, unido al citado déficit de la balanza de pagos, suele provocar un aumento de la deuda externa y de las dificultades para su pago. Si bien es cierto que los países desarrollados tienen más capacidad de hacer frente a la sequía, no se puede decir que haya una relación lineal y directa entre menos desarrollo y más vulnerabilidad a los efectos de aquélla. La realidad es más compleja. En efecto, en muchas sociedades tradicionales y, en este sentido, poco “desarrolladas” han existido y aún existen mecanismos o estrategias de afrontamiento que ayudan a paliar el impacto de las sequías y a conservar todo lo posible los bienes productivos familiares. En algunas regiones de África, por ejemplo, la respuesta tradicional se ha basado en las migraciones estacionales y en el pastoreo nómada: durante la estación húmeda se aprovechaban las fuentes de agua ocasionales y lejanas, y, a medida que éstas cesaban, se iba recurriendo a las fijas (normalmente cerca de las poblaciones importantes) evitando su sobreexplotación. Aunque algunas de estas pautas perduran, muchas han desaparecido o se han debilitado como consecuencia de la introducción de la economía moderna y de la producción para la exportación, con el consiguiente incremento de la vulnerabilidad de la población (Hubbard, 1995:124-126). Las sequías son fenómenos que pueden durar dos o tres años y, en consecuencia, dan lugar a procesos de desastre o crisis muy lentos y progresivos. Esto implica dos cosas. En primer lugar, que su impacto es bastante previsible a través de los sistemas de alerta temprana de seguridad alimentaria existentes, como por ejemplo los de obtención de fotografías por satélite para prever el nivel de las cosechas que se recogerán meses después. En segundo lugar, que, a diferencia de las inundaciones u otras catástrofes súbitas, las sequías ofrecen un amplio margen de tiempo para llevar a cabo intervenciones tempranas de preparación, mitigación y prevención[Prevención de conflictos, Prevención de desastres] del desastre, sin esperar a que se desencadene la fase de emergencia o más grave. La disponibilidad de tiempo ayuda a realizar intervenciones mejor planificadas, que den cabida a la participación de la población local y que tengan un enfoque de desarrollo a largo plazo (ver vinculación emergencia-desarrollo). Las intervenciones de ayuda durante las sequías deben actuar en varios frentes. En primer lugar, es necesario apoyar el mantenimiento de los ingresos de los sectores vulnerables y proteger sus sistemas de sustento, por ejemplo difundiendo técnicas agrícolas o semillas más resistentes a la sequía, o proporcionándoles ingresos complementarios mediante la creación de empleos públicos intensivos en mano de obra (ver [comida o dinero por trabajo, programas/proyectos de]). Particular atención requiere la protección de las cabañas ganaderas de los pastores, proporcionándoles forraje, vacunando los animales o comprándoles a precio justo las cabezas que no puedan mantener, como hizo con éxito un conocido proyecto de Oxfam en Turkana (Kenia) a mediados de los 80 (Kilby, 1993:96-98). En segundo lugar, es esencial reforzar el acceso al agua potable, mediante pozos o canalizaciones, lo que contribuirá a mejorar la situación sanitaria y nutricional, así como a disminuir la carga de trabajo de las mujeres. En tercer lugar, como señala Clay (1998: 209-210), serían oportunas también actuaciones en el ámbito macroeconómico, como el apoyo financiero al gobierno para mejorar su capacidad de respuesta a la situación. Igualmente, la ayuda alimentaria en forma de programas (envíos de suministros que se ponen a la venta en el país), o el aumento de las importaciones de alimentos, ayudarían a incrementar la oferta de éstos en el mercado y a enfriar la escalada de sus precios. J. G., con K. P. Bibliografía
Ver Otros
Bloques temáticos |