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Bantaba : Diccionario : Entradas "F" : FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agriculturay la Alimentación)
FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agriculturay la Alimentación)Irantzu MendiaAgencia multilateral creada en 1945 en la ciudad de Quebec como resultado de la Conferencia de las naciones unidas sobre Agricultura y Alimentación de 1943 (Hot Springs, Virginia), y fundada con el propósito expreso de “elevar los niveles de nutrición y de vida de los pueblos, mejorar el rendimiento de la producción y la eficacia de la distribución de todos los alimentos y productos agrícolas, mejorar las condiciones de la población rural y contribuir así a la expansión de la economía mundial y a liberar del hambre a la humanidad” (United Nations, 1997:11). Las actividades de la FAO se agrupan en torno a cuatro funciones principales: prestar ayuda directa para el desarrollo; recoger, analizar y difundir información sobre alimentación, nutrición, agricultura, pesca y silvicultura; asesorar a los gobiernos sobre políticas y planificación agrícolas, y actuar como foro internacional para el debate de temas relacionados con la agricultura y la alimentación. La ayuda de la FAO para el desarrollo agrícola y rural de los países pobres se realiza mediante proyectos de asistencia técnica y de transferencia de conocimientos y tecnología agrícolas, sirviéndose para ello de una importante red de servicios de información y de apoyo. Del mismo modo, proporciona asesoramiento a los gobiernos en sus políticas agrícolas y de recursos alimentarios. Por último, la FAO estimula la cooperación internacional en cuestiones como las normas alimentarias y la conservación de la biodiversidad, además de colaborar con otras organizaciones multilaterales en proyectos de desarrollo y en la promoción de reuniones técnicas y conferencias, como la Conferencia Internacional sobre Nutrición FAO/OMS que tuvo lugar en Roma en 1992. En suma, la FAO se ha convertido con el tiempo en la mayor y más importante agencia especializada para el desarrollo rural dentro del sistema de Naciones Unidas. Para su funcionamiento, cuenta con tres órganos de gobierno principales: la Conferencia, que reúne cada dos años a 180 países miembros para formular la política y determinar el programa y el presupuesto de la organización; el Consejo, compuesto por 49 países miembros elegidos cada tres años, que administra la FAO entre las sesiones de la Conferencia; y, por último, la Secretaría, regida por el Director General, que es el órgano responsable de ejecutar el programa de la organización, para lo cual su personal se divide entre las oficinas en sede, en Roma (alrededor de 2.600 personas), y los proyectos de campo a nivel mundial (unas 1.600 personas). La estructura de la FAO comenzó a mediados de los 90 un necesario proceso de descentralización de sus actividades a través de sus oficinas regionales, subregionales, y de su red de representantes nacionales, con el fin de lograr un mayor impacto en el ámbito de cada país y de mejorar los niveles de eficiencia tanto administrativa como financiera. El presupuesto regular de la Organización –650 millones de dólares en 1998/1999– se establece sobre la base de las contribuciones obligatorias de sus Estados miembros. Desde su creación, la FAO ha puesto un énfasis particular en la dimensión técnica de su mandato, es decir, en la promoción del conocimiento científico y en la obtención, difusión y transferencia a los países en desarrollo de tecnología aplicada a la agricultura y a la producción de alimentos. Por esta razón, en décadas pasadas, buena parte de su actividad se orientó al apoyo de la denominada revolución verde, que incrementó la productividad agrícola en numerosos países en desarrollo, si bien acabó dando lugar a diversos problemas socioeconómicos y medioambientales. De igual modo, se ha señalado que la transferencia de tecnología moderna en el campo de la silvicultura (ver bosques) y la pesca también ha dado lugar a modelos de sobreexplotación de los recursos dañinos para el medio ambiente (Khor Kok Peng, 1996:33-37). A la vista de las repercusiones negativas de la Revolución Verde, a partir de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD) celebrada en Río de Janeiro en 1992, la necesidad de impulsar una agricultura y un desarrollo rural sostenibles se convirtió en un principio cada vez más extendido entre los organismos especializados, entre ellos la FAO, si bien en la mayoría de los casos aún no se ha tomado la acción necesaria para alcanzar dicho objetivo. La FAO, que tiene un papel importante en la implementación del Plan de Acción (Agenda 21) aprobado en la Conferencia de Río, aboga por desarrollar una “nueva Revolución Verde” que haya aprendido de los errores pasados; un modelo de producción y de consumo sostenible, que sea más accesible a los pequeños campesinos y que preste mayor atención a las necesidades de ambos sexos. La cuestión de género, en efecto, ha sido tradicionalmente relegada a un segundo plano por parte de la FAO, y sólo en años recientes se ha comenzado a diseñar una estrategia de género que tenga en cuenta el papel fundamental que las mujeres desempeñan en la producción agropecuaria y en el mundo rural de los países en desarrollo. La FAO afirma que su máxima prioridad consiste en la seguridad alimentaria global, entendida ésta como la posibilidad de toda la población de tener acceso en cualquier momento a los alimentos necesarios para una vida sana y activa. A tal fin, ha llevado a cabo diferentes iniciativas. Con el objetivo de ayudar a los países de bajos ingresos con déficit de alimentos (PBIDA) a mejorar su seguridad alimentaria nacional, la FAO puso en marcha en 1994 un Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA), centrado en incrementar de la forma más rápida posible la productividad y la producción de alimentos, en mejorar la estabilidad de las reservas y en crear empleos rurales. Otro de sus programas especiales, creado en 1994, es el Sistema de Prevención de Emergencia de Plagas y Enfermedades Transfronterizas de los Animales y las Plantas (EMPRES), que presta particular atención a las epidemias del ganado y a plagas como la langosta del desierto, con el fin de incrementar los suministros alimentarios. Además, la FAO dispone de un sistema de alerta temprana, el Sistema Mundial de Información y Alerta (SMIA), que analiza la evolución de la producción alimentaria mundial y de cada país, y prevé posibles déficits y carestías de suministros. En casos de emergencias o crisis alimentarias, la FAO pone en marcha su Servicio de Operaciones Especiales de Socorro (TCOR), que se estableció como un mecanismo de respuesta a las peticiones de ayuda de emergencia en los sectores agrícola, ganadero y pesquero que presentan los países en desarrollo afectados por desastres naturales o de origen humano. Por otro lado, cabe destacarse el papel desempeñado por la FAO en el campo de la ayuda alimentaria al crear en 1961, junto a la Asamblea General de Naciones Unidas, el programa mundial de alimentos (PMA). Otra importante contribución de la FAO ha consistido en la organización de diferentes conferencias y cumbres internacionales en las que se ha analizado el problema del hambre y los gobiernos han asumido compromisos y metas para luchar contra ella. Así, el Plan de Acción adoptado en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de Roma, en 1996, fijó como objetivo el reducir para el año 2015 el número de hambrientos a la mitad, dejándolo en 420 millones. A pesar de lo moderado de esta meta en comparación con otras anteriores, la evolución de los años transcurridos permite prever un nuevo incumplimiento, estimándose que apenas se llegará a los 600 millones, lo cual refleja la falta de prioridad política y de recursos dedicados al problema. En suma, la FAO ha realizado una contribución decisiva en cuanto a la concienciación sobre las dimensiones del problema del hambre, y a la asistencia técnica en materia agrícola. Sin embargo, señalan algunas voces críticas (Goldsmith y Hildyard, 1991), en su acción contra el hambre ha predominado un enfoque técnico, que se ha orientado fundamentalmente hacia el incremento de los suministros alimentarios, pero que no ha afrontado las causas socioeconómicas profundas del problema derivadas de la desigualdad Norte-Sur. Del mismo modo, tampoco ha asumido la tarea de promover el derecho humano al alimento como un derecho internacional vinculante, concepto que se ha limitado a utilizar en clave moral o retórica pero sin contribuir a su aplicabilidad legal. Estas deficiencias, en buena medida, se podrían explicar por su naturaleza de organización intergubernamental sin representación de sectores sociales (ONG, campesinos, etc.). I. M. Bibliografía
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