http://dicc.hegoa.efaber.net
PastoresNéstor ZabalaLa economía pastoril implica a diferentes colectivos, desde los que dependen exclusivamente de ella hasta los que la tienen como un ingreso complementario, desde los residentes urbanos propietarios de grandes rebaños hasta los pastores asalariados por cuenta ajena. Aquí haremos referencia sobre todo a los pastores, generalmente pobres, cuyo principal medio de vida son sus propios rebaños criados mediante sistemas tradicionales. El pastoreo, y la ganadería en general, constituye uno de los sistemas de sustento habituales entre los colectivos vulnerables en el Tercer Mundo, y constituye la principal fuente de ingresos para buena parte de la población de, sobre todo, las zonas áridas y semiáridas. Así, según la FAO, existen en África más de 20 millones de pastores. En regiones como Somalilandia, al norte de Somalia, cinco de cada seis familias dependen del pastoreo, que aporta dos tercios de la renta de la región. El ganado (vacas, cabras, camellos, llamas, etc.) proporcionan no sólo carne y leche, sino también cuero, abono agrícola y tracción. Existen en cada continente una gran variedad de sistemas pastoriles ancestrales, que, en función de sus pautas de producción y de asentamiento humano, pueden agruparse en tres tipos: a) el nomadismo, correspondiente a pastores cuyos rebaños pastan en extensos territorios y que no permanecen sedentarios en un lugar fijo; b) la trashumancia, basado en una emigración estacional y la vuelta a una base fija en determinados períodos del año; y c) el agropastoreo, en el que la ganadería complementa los ingresos que los campesinos sedentarios obtienen de la agricultura, siendo ésta la actividad principal. A pesar de su importancia para la economía familiar y nacional, para el desarrollo rural y para el medio ambiente, los sistemas de sustento pastoriles con frecuencia no han sido adecuadamente comprendidos por los gobiernos y las agencias nacionales. Éstos, al igual que han hecho con los pequeños campesinos, han tendido a considerar a los pastores tradicionales como atrasados, ineficientes en cuanto al uso de la tierra y causantes de la degradación medioambiental de las tierras áridas. De este modo, desde los años 60, sus políticas de desarrollo ganadero se han inspirado en el objetivo de la modernización y el desarrollismo, orientándose a convertir los sistemas tradicionales de pastoreo extensivo en una agricultura y ganadería sedentarias. Así, por ejemplo, en África ha sido abundante la expropiación y privatización de pastos comunitarios tradicionales, un sistema de tenencia que se ha considerado incapaz de permitir una explotación eficiente de la tierra, para implantar granjas y ranchos privados pertenecientes a sectores acomodados. Sin embargo, estos enfoques oficiales convencionales han sido cuestionados por diversas organizaciones y por diferentes estudios ecológicos, económicos y sociales (Scoones, 1994; Ellis, 1994). Éstos subrayan que los sistemas pastoriles tradicionales presentan diversas ventajas desde el punto de vista de la sostenibilidad de los sistemas de sustento así como de la seguridad alimentaria, y que éstos y los pastos comunitarios, lejos de ser ineficientes, son la mejor manera de explotar suelos áridos y poco fértiles. En efecto, buena parte de las zonas donde se practica el pastoreo, sobre todo en África, son zonas áridas o semiáridas con una alta variabilidad temporal y espacial en cuanto a los niveles de lluvias y a la producción de pastos, habiéndose constatado que los sistemas tradicionales tienen una gran flexibilidad para ajustarse adecuadamente a dicha variabilidad. A ello contribuyen las estrategias de afrontamiento que los pastores utilizan durante las sequías, tales como el desplazamiento de los rebaños para realizar el mejor uso posible de los recursos disponibles; y la venta de parte del ganado durante la sequía con objeto de no sobreexplotar y agotar los pastos, procediendo a su recompra cuando remite la crisis (Reckers, 1997). De este modo, hoy se subraya el interés que los pastores tradicionales tienen por proteger los recursos medioambientales a fin de mantener su forma de vida, y que no son ellos, sino más bien las grandes explotaciones comerciales, quienes degradan los entornos áridos. En la figura adjunta se sintetizan los componentes básicos de ambos enfoques de desarrollo pastoril, el oficial convencional y el nuevo planteado por dichos estudios, referidos en particular a África.
Fuente: Scoones y Graham (1994:196). Ahora bien, los sistemas de sustento pastoriles además de ser flexibles son también frágiles y presentan un alto grado de vulnerabilidad. En las situaciones de sequía, la falta de pastos y agua provoca que el ganado pierda peso, produzca menos carne y leche, enferme más y se reproduzca menos. Al mismo tiempo, la imposibilidad de alimentar a todo el rebaño obliga a la venta de parte de los animales, pero, dado que la carne es un alimento de lujo, en ese contexto de crisis su demanda desciende en el mercado. En consecuencia, durante la sequía aquello que los pastores producen pierde valor en el mercado, mientras que el cereal que necesitan comprar se encarece, con lo que su poder adquisitivo tiende a verse disminuido, frecuentemente en mayor escala que en el caso de los campesinos y otros colectivos. A esto hay que añadir que el ganado suele ser un apreciado botín de guerra, tanto más en los actuales conflictos civiles caracterizados por el pillaje y la destrucción de bienes. Además, los pastores, sobre todo los nómadas, frecuentemente constituyen un sector con escaso poder y capacidad de presión política, lo que, como ocurre con los campesinos, les deja expuestos a políticas discriminatorias o no favorecedoras de sus intereses (ver sesgo urbano). Uno de los principales problemas de los pastores pobres es la creciente limitación que sufren en el acceso a los pastos tradicionales, que les son usurpados por varios motivos: la expansión de la agricultura comercial, la necesidad de suelo para proyectos de desarrollo (presas, carreteras), o incluso la creación de parques naturales que les obligan a desplazarse. Esto les ha convertido en grupos mucho más vulnerables ante las crisis, al tiempo que ha reducido su seguridad alimentaria y su seguridad medioambiental (Lane y Swift, 1989). A modo de ejemplo, en Gujerat (India), la degradación medioambiental, la construcción de grandes infraestructuras y la división entre India y Pakistán han amenazado la pervivencia de los kabari, principal grupo de pastores en dicho Estado, muchos de los cuales han acabado sedentarizándose y empleándose en trabajos no cualificados (Choksi y Dyer, 1996). Entre los afectados por los programas de conservación de la naturaleza están los masais expulsados del Serengeti o los ik del parque nacional de Kidepo, en Uganda, grupo este que sufrió posteriormente una hambruna al verse obligado a emplear técnicas agrícolas desconocidas para ellos (Chatty, 1998). Igualmente, algunas zonas masais de Kenia y Tanzania han sido expropiadas y vendidas por el gobierno para la creación de ranchos privados. Otro de los grandes problemas que afectan a la economía y supervivencia de los pastores, particularmente en África, son las guerras, a las cuales ellos son particularmente vulnerables. En zonas como el cuerno de África o Sudán, los pastores constituyen una parte importante de la población y habitan extensas zonas, algunas de las cuales tienen interés geopolítico y son disputadas por los contendientes. Las tácticas militares seguidas en los conflictos civiles actuales, como las de tierra quemada, suelen conllevar con frecuencia la muerte del ganado del grupo enemigo, o su robo, para beneficio de los señores de la guerra que se lucran con el conflicto. Esto arroja a la miseria y a la hambruna a los pastores, dado que la recuperación de una cabaña esquilmada puede tardar décadas. Un ejemplo es el de los pastores dinkas del Sur de Sudán, simpatizantes de los rebeldes del SPLA, cuyos rebaños han sido exterminados o robados desde los años 80 por las milicias baggara armadas por el gobierno, lo cual les ha conducido a la destrucción de su economía ganadera y a una mortífera hambruna en 1988. Además, la rivalidad entre pastores y campesinos por el control de una tierra que en ocasiones se vuelve crecientemente escasa (debido al aumento de la población, la degradación medioambiental o la expansión de la agricultura comercial) está frecuentemente en la base de muchos de los conflictos civiles y emergencias complejas actuales, caracterizados por su sustrato tanto étnico como económico. Por otra parte, en lo que se refiere a las intervenciones de ayuda orientadas al desarrollo de las comunidades de pastores, deberían tenerse en cuenta varias consideraciones generales. Una de ellas es la necesidad de apoyar las estrategias de afrontamiento que suelen llevar a cabo para ajustarse a los frecuentes cambios de los ecosistemas áridos, apoyando así la imprescindible flexibilidad de sus sistemas de sustento. Una segunda consideración es la necesidad de abordar tales intervenciones con un enfoque de género, dado el importante papel que desempeñan las mujeres en las economías pastoriles, siendo frecuentemente las encargadas del cuidado de los animales. Los proyectos orientados a mejorar los sistemas de sustento de los pastores pueden actuar en diferentes frentes, como son: a) El apoyo a la producción, proporcionando acceso a pastizales o fuentes de agua, así como rehabilitando suelos en proceso de degradación. b) Los servicios veterinarios, dado que durante las sequías buena parte de las muertes de animales se deben a epidemias más que a la sed. c) El apoyo a la comercialización del ganado y sus productos (transporte, procesamiento, información sobre el mercado, etc.), que mejoraría la obtención de ingresos. d) El impulso a la creación de asociaciones de pastores, que les sirvan para defender ante los gobiernos sus intereses y derechos de acceso a los pastos, así como para implementar los proyectos de ayuda. e) La constitución de programas de microcréditos que les permitan emprender proyectos de mejora de sus explotaciones o de comercialización, así como de fondos rotatorios que les ayuden a reconstruir sus cabañas mermadas por la sequía, los conflictos u otros desastres. N. Z. Bibliografía
Ver Otros
Bloques temáticos |