http://dicc.hegoa.efaber.net
Medicina tradicionalJonatan RapaportMétodos curativos y remedios que forman parte del acervo cultural de ciertas comunidades tradicionales y que aún siguen estando en uso en las mismas. Es un tipo de medicina que utilizan millones de personas en todo el mundo, habitualmente al margen de la medicina moderna y los sistemas oficiales de atención sanitaria, pero a veces combinándola con éstos. La medicina tradicional continúa siendo una parte importante de la atención sanitaria en muchos países en desarrollo, a la vez que varias terapias alternativas, como la acupuntura, la medicina tradicional china o los métodos complementarios de curación, disfrutan de una amplia acogida en los países desarrollados. No obstante, la medicina tradicional todavía no ha sido incorporada dentro de los sistemas de salud nacionales de la mayoría de los países en desarrollo, y el potencial de los servicios suministrados por los curanderos o practicantes tradicionales está lejos de ser plenamente aprovechado (OMS, 1995:44). Se hace todavía necesaria una mejor valoración de los beneficios de la medicina tradicional. En contraste con la medicina moderna, construida sobre los conocimientos científicos y subordinada a la tecnología –muchas veces cuanto más cara mejor– con aparatos sofisticados de diagnóstico y tratamiento, potentes fármacos y métodos cruentos como la cirugía, la medicina tradicional asigna un papel central a la capacidad del organismo de curarse por sí mismo. En los sistemas de creencias tradicionales de los pueblos de Asia, África y de las comunidades indígenas americanas, el curandero trata de restaurar un sentido de equilibrio centrado en la relación del individuo con la comunidad y con la naturaleza, a través de la movilización de los recursos internos inherentes a cada persona y todo esto acompañado de un importante componente espiritual (ver tabla adjunta). Un elemento clave de esas tradiciones es el respeto por la alimentación adecuada y los productos naturales como medio de conservar la salud (Micozzi, 1996:9). Son varios los motivos que hacen que la medicina tradicional sea el tipo de medicina más común en gran parte de los países del tercer mundo. Históricamente, la medicina tradicional ha acompañado la evolución de los pueblos y se presenta no sólo como producto de siglos de experiencia, empirismo, magia y superstición, sino también como una estructura de conocimientos. La medicina tradicional está influenciada por factores culturales, religiosos y sociales, lo que la convierte en específica a cada comunidad e inherente a la identidad de los individuos que la componen. No obstante, es probable que la causa primordial de que más de un 80% de la población mundial siga acudiendo ante un problema de salud a este tipo de cuidados médicos (Micozzi, 1996:8) se debe a la falta de acceso a los servicios sanitarios modernos y a los productos farmacéuticos. Para muchas de esas personas, la medicina tradicional es la única disponible o la única asequible. En este sentido, en Ghana, por ejemplo, hay un médico por cada 20.000 habitantes, mientras que la proporción de practicantes tradicionales es de 1:200. En Swazilandia, dichas proporciones son de 1:10.000 y 1:100 respectivamente (Zhang, 1996:4). En comparación, en España por ejemplo, hay un médico por cada 250 personas (PNUD, 1999:172). En algunos países, las parteras tradicionales atienden el 95% de los partos en las zonas rurales y el 70% en las zonas urbanas (Zhang, 1996:4). Además, la crisis económica y los problemas políticos que han afectado y aún afectan a muchos de los países en desarrollo, acompañados por los programas de ajuste estructural, que obligaron a recortes en los gastos públicos en salud, han agravado la falta de medicamentos modernos, muchas veces importados (ver medicamentos esenciales) y la disponibilidad de servicios sanitarios, obligando a la gente a recurrir a la medicina tradicional, sea ésta parte o no del sistema oficial. La medicina tradicional engloba una gran variedad de métodos de cuidados de salud y de creencias sobre las enfermedades. A grandes rasgos éstos pueden ser divididos en cuatro categorías (Eade y Williams, 1995:642): a) Medicina tradicional formal: como por ejemplo disciplinas médicas hindúes o chinas como ayurved, siddha, unani, homeopatía y acupuntura, que en general cuentan con material y tradición escrita, y una formación sistemática para el ejercicio de profesionales. b) Medicina y curación popular: el término “medicina popular” cubre una enorme variedad de remedios y tratamientos que pasan de generación en generación, a veces particulares de un distrito, pueblo o familia. Sus prácticas generalmente no están escritas, ya que son parte de la tradición oral, tanto en áreas rurales como urbanas. Esta medicina se presenta como una forma de tratamiento sobre la que las personas tienen control; ellas mismas pueden hacer los remedios, frecuentemente en su propia casa, prescribirlos y automedicarse. La figura clave de este tipo de medicina tradicional es el curandero, que a su vez puede especializarse en un campo específico como los herbolarios, adivinos, curanderos espirituales, parteras tradicionales, chamanes, ensalmadores o algebristas (“reparadores de huesos”), etc.
Fuente: adaptado de Mother and Child Health (Williams, Baumslang y Jelliffe, 1994:39) c) Medicina del mercado ecléctico: se trata de comerciantes que venden desde antibióticos y botellas de tónico hasta hierbas medicinales y amuletos. Estos productos pueden ser útiles, inofensivos, o peligrosos, particularmente cuando venden medicamentos modernos caducados, inapropiados, en dosis inadecuadas, etc. d) Finalmente, los tratamientos y los métodos internacionalizados: también conocidos como medicina alternativa o complementaria, como la homeopatía, la acupuntura, las hierbas medicinales, el shiatsu, y cualquier otro tipo de práctica médica que se convierte en internacionalmente profesionalizada. Dentro de la antropología, y en especial dentro de la antropología médica, se llama etnomedicina a la disciplina que estudia la información inherente a cada cultura que permite a las personas que la componen el diagnosticar y clasificar las enfermedades y los traumatismos, explicar su comienzo o causa y procurar un tratamiento con el fin de restaurar el estado normal o mantener con vida a un paciente críticamente enfermo. En el pasado, el término “etnomedicina” era utilizado, principalmente por los antropólogos, para abarcar todas las prácticas médicas y las creencias sobre la salud de indígenas, campesinos y sociedades urbanas que practican la medicina alternativa. De esta forma, la etnomedicina ha sido tradicionalmente utilizada para referirse a cualquier sistema cuya teoría y práctica se salían del modelo biomédico de la medicina occidental. No obstante, la creciente conciencia de los sesgos del etnocentrismo ha llevado a asumir que la medicina occidental es simplemente la “etnomedicina” de los médicos occidentales (Levinson y Ember, 1996:436). Dentro de la etnomedicina existen campos más específicos, como el estudio del uso del conocimiento médico o el tratamiento de las enfermedades mentales. Además, la etnomedicina es una de las numerosas ramas de la etnociencia, una disciplina que explora la manera en la que las personas perciben y clasifican la información en referencia a diferentes dominios como las plantas, los árboles o los suelos. El prefijo “etno” significa que la información y los comportamientos en discusión son relevantes y pertenecen a culturas particulares. La manera en que se integran los diferentes tipos de atención médica, y en especial la medicina tradicional y la occidental, es una cuestión compleja. El término “integración” puede ser definido de diferentes formas, para significar por ejemplo: la integración institucional a través de servicios de salud nacionales; el uso por el consumidor de más de un solo sistema de salud, o para describir la situación en la que los trabajadores de salud proveen una combinación de cuidados tradicionales y modernos. No existe un enfoque ni único ni simple del problema de cómo involucrar la medicina tradicional y a sus practicantes dentro del sistema nacional de salud. Sin embargo, se reconoce que los recientes esfuerzos realizados en algunos países en desarrollo a favor de una integración son importantes para la supervivencia de los sistemas de conocimiento y de las culturas indígenas. En definitiva, la integración puede ser concebida como un continuum entre una integración mínima y una integración total, ya que en ninguna parte existe una integración totalmente exitosa y completa de los diferentes sistemas médicos (Hyma y Ramesh, 1994:81). En teoría, la estrategia de la atención primaria de la salud (APS) es el primer intento a nivel universal de incorporar a la medicina tradicional. Ya en 1978, en la Primera Conferencia Internacional sobre la Atención Primaria de la Salud de Alma-Atá (Kazajstán), se instó a muchos países a que adoptaran políticas y programas que integraran los sistemas médicos tradicionales dentro de los sistemas médicos nacionales de atención primaria. En tal sentido, la estrategia de la APS incorpora la medicina popular, de forma que, en ese contexto ideal, los sistemas tradicionales y modernos trabajarían armónicamente juntos. La APS en su sentido amplio provee un fuerte fundamento para el uso de los recursos existentes en la comunidad, humanos, materiales y culturales. Sin embargo, en la práctica, la APS no ha facilitado una solución definitiva al problema de la integración y gran parte de los avances que se han hecho se han basado en la conversión de los curanderos en agentes de salud primaria. En este sentido, son varias las instancias, entre las que destaca el banco mundial (1993:32), que consideran que muchas de las actividades sanitarias simples que no requieren una alta formación profesional ni instalaciones o equipos avanzados pueden ser realizadas por los millones de curanderos tradicionales que actúan en su propia comunidad. Éstos pueden desempeñar un papel importante en la prestación de servicios básicos como auxiliares de salud pública y prestadores de servicios esenciales si los gobiernos les proporcionan la capacitación, la información y los incentivos adecuados. El riesgo de este reciclaje radica en que puede llevar a la extinción de los practicantes tradicionales que ejercen su propia medicina, por lo que esa conversión no debería centrarse en la reducción de costes sino en la integración de la medicina tradicional dentro del sistema oficial de atención sanitaria como medio para ampliar los servicios de salud, acercarlos a la gente y, a su vez, proteger y apoyar las prácticas tradicionales. En la mayoría de los países en desarrollo, la presencia de un sistema dual ha sido el resultado de la evolución histórica. En muchos países asiáticos, los sistemas de cuidados sanitarios han sido altamente diversificados y plurales a lo largo de este siglo. En la actualidad, este pluralismo médico puede notarse en la coexistencia de múltiples sistemas médicos (tradicional, moderno, popular), dando múltiples elecciones a las personas y permitiendo el acceso a varios niveles y tipos de cuidados (Hyma y Ramesh, 1994:66). En la India, Pakistán, Indonesia y Corea del Sur, por ejemplo, la medicina tradicional está bien arraigada en el sector privado y ciertas instituciones han ganado reputación nacional e internacional por la manufactura de remedios a base de hierbas. Las políticas de modernización de muchos Estados han dado espacio a diferentes niveles de práctica médica tradicional en los sistemas modernos. Actualmente, el pluralismo médico está visto como un factor positivo en los programas de atención sanitaria de muchos países en desarrollo. Sin embargo, la aceptación profesional y política de la medicina tradicional varía de un país a otro e incluso dentro de países determinados. Las legislaciones y las regulaciones de los diferentes gobiernos con respecto a la práctica tradicional son variadas, y van desde la prohibición por una legislación restrictiva, hasta el reconocimiento formal por parte del gobierno y su cometido de integrar la medicina tradicional dentro de sus programas de salud (China, Nepal, Sri Lanka, Vietnam). En determinados países se ha optado sólo por el reconocimiento formal (Swazilandia, Zimbabwe), mientras que en otros se ha optado por la tolerancia y la no intervención (algunos países latinoamericanos, Tailandia, Indonesia, Hong Kong, Sudán, Egipto) (Hyma y Ramesh, 1994:67). En varios países del sur de Asia, los sistemas tradicionales de salud ya están formalmente institucionalizados, con amplias infraestructuras para la educación, formación, investigación y reparto de cuidados sanitarios, incluyendo hospitales, clínicas o farmacias exclusivamente diseñadas para estas ramas de la medicina tradicional. La experiencia china en combinar dos sistemas de salud muy diferentes a fin de obtener una cobertura de salud amplia para su población es un ejemplo de esa posibilidad. No obstante, antes de la integración hubo que organizar y sistematizar la medicina tradicional china como un sistema independiente y paralelo para poder lograr el respeto mutuo. La implementación de políticas y acciones concretas, así como la asignación de fondos, han hecho posible la actual colaboración e integración entre los dos sistemas. Algunos países asiáticos han seguido esta experiencia modelo y consideran la integración total como una meta. En cuanto al papel de las ong[ONG, Redes de, ONG (Organización NoGubernamental)] en la atención médica tradicional, es importante tener en cuenta la ventaja que éstas tienen en muchas ocasiones al contar con mayor libertad para explorar métodos de atención sanitaria que no encajan precisamente con los esquemas del gobierno o con los programas, muchas veces universales, uniformes e inespecíficos, de las agencias multilaterales. A la hora de diseñar un proyecto sanitario para una comunidad, la ONG podría tener en cuenta las cuestiones médicas relativas a las creencias y a las prácticas en esa sociedad. Si el proyecto no tiene en cuenta los deseos de la gente ni sus creencias sobre la mágica relación entre el medio y la salud, los planes probablemente perderán eficacia, la acogida será escasa y las personas serán reticentes a incorporar una medicina ajena. Para favorecer tal acercamiento, las ONG deberían ocuparse de que los trabajadores de salud tengan conocimientos de las prácticas médicas y remedios locales, que los respeten y que tengan una actitud favorable hacia los métodos tradicionales de curación. Asimismo, éstos deberían trabajar con los curanderos locales, y tratar de crear sistemas de referencia mutua, lo cual podría hacerse de manera informal, o a través de talleres y seminarios, como se ha hecho en programas de APS en Nepal y en Zimbabwe (Eade y Williams, 1995:643). A la hora de elegir entre una terapia u otra, es importante mantener un criterio razonable. La eficacia de los tratamientos tradicionales ante las enfermedades que cosechan un gran número de víctimas, como las enfermedades diarreicas, la neumonía, el sarampión, el paludismo, y la tuberculosis aún no ha sido del todo demostrada. Es importante reconocer que esas enfermedades cuentan con métodos modernos preventivos y curativos probados, y que resultan más fáciles de ser suministrados a gran escala por los sistemas gubernamentales o extra-gubernamentales. Asimismo, los curanderos trabajan por lo general de manera individual y no son capaces de suministrar tratamiento para un gran número de personas. De todas formas, es importante apoyar aquellas prácticas caseras con demostrada eficacia para los problemas de salud simples, como el uso de la rehidratación oral para diarreas con agua de arroz o té suave o la aplicación de zumo de papaya sobre una herida. Además, los curanderos tradicionales son especialmente efectivos a la hora de resolver problemas de salud mental y emocional, campo en el que suelen tener más éxito que los trabajadores occidentales de salud mental, ya que pueden comprender mejor la estructura cultural y psicológica de su gente (Eade y Williams, 1995:644). Además, es importante invertir en la investigación de la medicina tradicional y fomentar su uso inocuo y eficaz. La investigación bioquímica y farmacológica de las plantas medicinales y de otros remedios, con el fin de conocer sus virtudes, es una tarea para las instituciones científicas. Por otra parte, la investigación orientada hacia las prácticas sanitarias locales y las creencias puede ayudar a alimentar y a orientar los programas de salud para que las intervenciones sean más apropiadas. En conclusión, la colaboración entre los curanderos tradicionales, las parteras tradicionales y otros practicantes tradicionales debe ser promovida. La financiación de proyectos sanitarios alternativos debería formar parte de los programas de salud orientados a una amplia base de destinatarios. El apoyo de los cuidados médicos tradicionales debe basarse en los principios de la atención primaria de salud, haciendo énfasis en la igualdad de las personas y en la participación comunitaria. J. R. Bibliografía
Ver Otros
Bloques temáticos |