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Solidaridad internacionalistaJokin AlberdiCorriente de solidaridad y apoyo político a los movimientos populares y de liberación nacional de países del Sur, basada en la denuncia del orden económico y político internacional, así como en una posición independiente y crítica respecto a las políticas exteriores y de cooperación de los gobiernos. Numerosos colectivos inspirados en el internacionalismo centran su actividad en la solidaridad de carácter político hacia los pueblos del tercer mundo, con unas características que les diferencian de las ong[ONG, Redes de, ONG (Organización NoGubernamental)] de Desarrollo habituales, y que son básicamente las siguientes: a) La base de sus actividades es la crítica y denuncia de las causas del subdesarrollo, en particular, de las relaciones internacionales de dominación Norte-Sur derivadas de la estructura económica capitalista, el orden político neocolonial y el neoliberalismo. b) Su objetivo consiste en el apoyo a movimientos populares y políticos que impulsan cambios sociales para superar tal situación o desarrollan luchas de liberación nacional. c) Su actuación se realiza al margen del entramado institucional, sin relación con las políticas de cooperación oficial de sus países y sin recurrir a los fondos públicos a los que sí acceden las ONG. El sustento ideológico de estos colectivos se encuentra en el internacionalismo, sobre todo en el de inspiración socialista. En efecto, se puede hablar de otros tipos de internacionalismos que también han dejado algunas contribuciones. Uno es el universalismo religioso, que cree en la unidad de la humanidad y que ha contribuido al internacionalismo por ejemplo a través de la teología de la liberación, una corriente del cristianismo sobre todo latinoamericano comprometida con las transformaciones sociales. Otro tipo se corresponde a lo que algunos han denominado el cosmopolitismo burgués o el internacionalismo elitista, representado por ejemplo por el paradigma de la “interdependencia”, que ve las relaciones internacionales como una telaraña de múltiples vínculos transfronterizos que llevan a la expansión de unas estructuras y unos valores supuestamente universales, aunque de carácter esencialmente occidental (Waterman, 1991:6-18). Pero, como decíamos, el internacionalismo propiamente dicho, y el que más ha influido en la solidaridad internacional, es el ligado a la ideología socialista. Éste ha pasado por varias etapas: a) En primer lugar, el internacionalismo proletario del siglo XIX, defensor de la unidad de los trabajadores de todo el mundo frente al capital. b) Posteriormente, un internacionalismo socialista ligado a la aparición de la URSS, que durante la Guerra Fría se convirtió en un internacionalismo de bloque, esto es, una solidaridad del mundo socialista frente al capitalista. c) A partir de los años 60 se da un internacionalismo tercermundista, encarnado en Mao y Castro, que, sin rechazar la lógica de clase, prioriza claramente la contradicción entre el Tercer Mundo y el Primer Mundo (Waterman, 1993:6). De este modo, en las últimas décadas, la solidaridad internacionalista de partidos, sindicatos y organizaciones sociales de izquierda de los países del Norte se ha orientado específicamente a los países del Tercer Mundo, y concretamente hacia aquellos movimientos que aspiraban a transformaciones políticas profundas (como el Frente Sandinista o el Congreso Nacional Africano), o a la independencia de su territorio nacional (como el Frente Polisario). Sin embargo, el final de la Guerra Fría a finales de los 80 abre un período de debilitamiento de la solidaridad internacionalista, por dos razones principales: por un lado, la desaparición del bloque socialista y de la confrontación bipolar supuso un cierto desconcierto en la izquierda y debilitó muchas de las luchas y movimientos que aquélla había apoyado; por otro, fue parcialmente eclipsada por el auge de los nuevos movimientos sociales y de las ONG. Los nuevos movimientos sociales (pacifistas, feministas, ecologistas, etc.) han abierto las puertas a nuevas formas de solidaridad y cooperación internacional que trascienden los márgenes del internacionalismo clásico, ya que no se circunscriben a la solidaridad de clase, sino que asumen otras preocupaciones universales como las relaciones de género o los problemas medioambientales. Sin embargo, muchos de ellos se encuentran próximos a la solidaridad internacionalista y pueden contribuir a su reformulación. Por su parte, las ong de Desarrollo, cuyo número y peso han aumentado desde fines de los 80, suelen centrar la mayor parte de su actividad en la realización de proyectos orientados a objetivos concretos referidos al desarrollo humano de grupos específicos de receptores. Aunque con frecuencia también llevan a cabo campañas de sensibilización y denuncia, se trata de un tipo de trabajo menos ideologizado y con un menor nivel de compromiso político que el de los colectivos internacionalistas. Estos últimos, a pesar de su relativo declive, siguen existiendo en las sociedades del Norte. Se trata de numerosos comités y plataformas cuyo trabajo rebasa el margen de maniobra de la mayoría de las ONG. Entre sus características destacan su oposición al orden económico y político, al proceso de globalización económica, y al aumento de la hegemonía geopolítica y militar de EE.UU. y sus aliados occidentales en el mundo, palpable en sus recientes intervenciones en diversas zonas en conflicto. Entre sus actividades destacan las campañas de denuncia, presión política y sensibilización en torno a problemas como el bloqueo internacional a Irak o el referéndum sobre el futuro del Sahara occidental. Otras iniciativas, por ejemplo, son la organización de giras internacionales de líderes de los movimientos a los que apoyan, y de brigadas de solidaridad o turismo solidario, consistentes en el envío de personas para colaborar por un breve período en actividades de dichas organizaciones o conocer la realidad de éstas y de sus países. En los últimos años de la década de los 90 se han desarrollado experiencias novedosas de solidaridad internacional, en muchas de las cuales confluyen los grupos internacionalistas con las ONG, los sindicatos y los nuevos movimientos sociales. Un ejemplo es la campaña internacional para la prohibición de las minas antipersonales, o la reciente creación de movimientos ciudadanos contra el neoliberalismo, como es el caso de ATTAC, Acción por una Tasa Tobin de Ayuda a los Ciudadanos, que presiona a gobiernos y organismos internacionales para la implantación de un impuesto mundial a los movimientos financieros para financiar fines solidarios (Romero, 1998). J. Al. Bibliografía
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