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Mujeres, Hogares encabezados porClara MurguialdayHogares donde la madre es la principal proveedora del sustento de sus miembros y el único progenito que está físicamente presente, desempeñando las funciones de autoridad, socialización y administración de la unidad de convivencia. Aunque existen variaciones regionales considerables, el número total de familias monoparentales encabezadas por mujeres ha experimentado un fuerte incremento durante las últimas décadas, llegando actualmente a constituir un tercio de los hogares del mundo (Varley, 1996:506-7). En las áreas urbanas, especialmente en América Latina y parte de África, la cifra alcanza el 50% o más; en las áreas rurales, donde tradicionalmente se producen migraciones masculinas, la proporción siempre ha sido alta, mientras en los campos de refugiados de África y América Central ésta se acerca al 80-90%. A pesar de las dificultades para reconocer y clasificar este tipo de unidades domésticas (no siempre la jefatura femenina de hecho es reconocida formal, jurídica o estadísticamente), el concepto de hogares encabezados por mujeres es útil por varias razones: a) Los datos existentes revelan que los hogares que dependen de una mujer –sea porque ella es la única persona económicamente activa, la que trabaja el mayor número de horas o la que aporta el ingreso principal– tienden a ser más pobres que los hogares que dependen de un hombre. b) Con frecuencia estos hogares tienen una alta proporción de miembros dependientes respecto a los miembros laboralmente activos, y un acceso limitado al empleo y los servicios básicos. Como resultado, presentan una vulnerabilidad económica y social particularmente alta y tienden a transmitir la pobreza de una generación a otra. c) En sociedades donde la familia nuclear es el modelo de referencia, los hogares encabezados por mujeres son un tipo de familia que no tiene acceso a los beneficios generados por las políticas de desarrollo y/o asistencia social. Este concepto trata, por tanto, de una categoría útil para identificar una colectividad en situación desventajosa y reformular políticas dirigidas a aliviar la pobreza y la discriminación de género. El enfoque que enfatiza la especial vulnerabilidad de este tipo de hogares ha sido recientemente contrastado con otro que, sin perder de vista los factores que les llevan a tener niveles de ingresos reducidos, subraya que los hogares encabezados por mujeres tienden a ser menos conflictivos, tienen una distribución más equitativa del trabajo y de los recursos, aplican patrones de consumo menos diferenciados y ponen mayor énfasis en los gastos directamente productivos o destinados a fortalecer las capacidades humanas de los miembros del hogar. No obstante, ello no permite concluir que los hogares dirigidos por mujeres presenten ventajas por este hecho; el análisis de género muestra que la ausencia de un hombre como principal sostén de la unidad de convivencia puede dar lugar a conflictos particulares, tales como la tendencia a sobrecargar a las hijas con las labores del hogar, a integrar a niñas y niños en el mercado de trabajo (ver trabajo infantil) e incluso a situaciones de abandono y riesgo infantil. En consecuencia, no parece posible trazar un modelo único de hogares encabezados por mujeres sobre el cual establecer políticas uniformes, pues se trata de una realidad heterogénea y cambiante en la que se entrecruzan variables como la adscripción cultural y de clase, relaciones de edad y de género, momento del ciclo familiar, formas de inserción en la comunidad e incluso, la emergencia de nuevas demandas de la población femenina en el sentido de una mayor democratización de las relaciones de género. En el campo de los estudios sobre el desarrollo, se ha transitado desde la invisibilización de este tipo de hogares hasta su consideración como objetivos clave de las políticas de alivio de la pobreza. El “enfoque del bienestar” (ver mujeres, enfoques de políticas hacia las) ha asumido que las unidades de convivencia en las sociedades en desarrollo siguen el modelo de familia nuclear predominante en las sociedades industrializadas: un hombre que siempre es trabajador/proveedor, una mujer que solamente cumple roles doméstico/reproductores y menores dependientes (ver género, roles de). Como consecuencia, ha ignorado la existencia de diversas pautas de convivencia familiar distintas al modelo nuclear, pero muy habituales en África, Centroamérica y El Caribe (denominadas arreglos familiares por Fauné, 1994). Por su parte, el “enfoque anti-pobreza” ha visibilizado este tipo de hogares al enfocar la problemática de los hogares pobres, al tiempo que ha destinado a las mujeres jefas de hogar recursos productivos para satisfacer su necesidad de ingresos. Cuando en los años 80 y 90 las prioridades de las agencias del desarrollo giraron hacia el logro de la eficiencia en la asignación de recursos, reapareció el interés por este tipo de familias, pues ellas eran las que en mayor medida habían sufrido los efectos de las políticas de ajuste estructural (ver mujeres y políticas de ajuste). El “enfoque de la eficiencia”, sobre todo en la versión actual del banco mundial orientada hacia la inversión en recursos humanos, propone distinguir los grupos sobre los que es necesario actuar para corregir la pobreza y señala a los hogares encabezados por mujeres como objetivo prioritario, dirigiendo hacia ellos servicios educativos y sanitarios, así como microcréditos y capacitación para el empleo. La estrategia Género en el Desarrollo (ver mujeres, enfoques de políticas hacia las), finalmente, llama la atención sobre las formas en que se articulan la pobreza y las relaciones de género en el caso de los hogares encabezados por mujeres, resaltando que estas unidades de convivencia involucran no sólo a madres sobrecargadas de trabajo, hijas que ejercen roles maternos sustitutos y menores incorporados al mercado laboral, sino también a hombres que no asumen sus responsabilidades paternas. Desde este ángulo, se hacen evidentes: a) Las limitaciones de las políticas de desarrollo que enfocan la problemática de los hogares encabezados por mujeres desde la perspectiva de la pobreza, ignorando las particularidades de las relaciones de género involucradas y los intereses estratégicos de las mujeres (ver género, intereses y necesidades de) que las dirigen. b) La necesidad de considerar las estrategias reproductivas y familiares de los hombres, entendiendo su ausencia o inestabilidad en la dinámica familiar como prácticas masculinas que inciden en la historia y condiciones de vida de los hogares encabezados por mujeres. Cl. M. Bibliografía
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